La paz, ¿se construye o se vive?

paz-2En este primer día del año un gran deseo que todos, de uno u otra forma, manifestamos es la PAZ. Queremos, anhelamos, aspiramos, envidiamos, buscamos la paz. Todos estos verbos expresan que la paz es una gran carencia. La percibimos como si fuera “algo” que hay encontrar no se sabe bien dónde.

Lo primero que pensamos cuando hablamos de paz son los conflictos que los medios de comunicación, por cierto muy selectivamente, nos muestran de forma insistente en Siria, en Irak, en Oriente medio, puntualmente en Nigeria, en Mali, en la República del Congo, alguna vez Filipinas, Egipto y, otros muchos que existen pero parece que no interesan… Es claro que ante estos conflictos nosotros los sentimos lejanos e impotentes.

Pero la paz no es una realidad que podamos buscar con un candil. Pienso que no son las contiendas internacionales las que están impidiendo a los humanos alcanzar la paz. La paz es consecuencia y fruto del tipo de relaciones que tenemos los humanos. La paz no es “algo”, es más bien fruto de la justicia. De alguna forma todos los humanos, de una u otra forma, participamos en los conflictos internacionales. Es lo que estamos viviendo, especialmente en Europa, con el conflicto de Siria, Irak, Paquistán… queremos que se silencien las armas y cesen los bombardeos porque los percibimos como algo cercano por las consecuencias con el trasiego de los refugiados, que no sabemos o no queremos afrontar en Europa.

Creo que la paz no es algo que tenemos que construir, conquistar o alcanzar, sino que es una realidad que tenemos que vivir. Las treguas, los pactos, las capitulaciones, las firmas… son cosas puntuales, pasajeras que, más pronto que tarde, vuelven a emerger. Una anécdota puede ilustrar lo que quiero decir. Participaba en un encuentro en Cracovia (Polonia) y la tarde de un domingo espléndido dedicamos a visitar la ciudad, nos acompañaba al grupo de habla española, Maria, una gentil y simpática profesora de la universidad. Recuerdo perfectamente que nos encontrábamos visitando la universidad, cuando un compañero preguntó a María, conocedora de la realidad española que visita todos los años, cómo se vivía la religiosidad en el ámbito universitario, a la que respondiendo muy amablemente María afirmando, que comenzaba a notarse la secularización en el campo universitario, pero añadió: “Aquí en Polonia si un universitario dice el lunes que el domingo ha ido a misa no pasa nada, pero en España, dijo afirmando, saltarían chispas, vendría la descalificación, la acusación y el desprecio”. La diferencia está, comentamos otro compañero y yo, porque España tiene “otra historia”, aún esa carga anticlerical debido al dominio ejercido en otros tiempos.

Cada vez estoy más convencido que también yo tengo una parte en carencia de paz en el mundo, porque cuando yo lucho a brazo partido por imponerme a los que están a mi alrededor, cuando yo rechazo al que es diferente por cuestión de raza, religión, cultura, sexo, edad, estoy cultivando el dinamismo de violencia y no el la paz.

Considero que el primer paso en la búsqueda de la paz, tengo que darlo yo caminando hacia mi interior. Si no consigo una armonía interior; si no descubro mi verdadero ser y lo asumo como la realidad fundamental en mí, ni tendré paz ni la puedo compartir con los demás. Este proceso de maduración personal es el fundamento de toda verdadera paz. Pero reconozco que es lo más difícil. Cada vez soy más consciente que cuando me siento habitado por la paz interior se refleja en todas mis relaciones humanas, comenzando por las familiares y terminando por las internacionales. Siento de manera diferente las desconsideraciones ajenas, es más aunque suene raro, casi las comprendo mejor.

En mi vida y en el servicio de animación que participo, teniendo como referente a Cristo, que vivió y murió por la paz, considero que el mejor servicio es ayudar a desaprender la guerra y aprender a amar, preocuparme, lo primero de las personas, entrar en armonía, no sólo con los demás sino con toda la creación como la auténtica preparación para la paz. El que ama no pelea por nada ni pretende nada de los demás, sino que está encantado de servir. Seguro que con eso no voy a lograr la paz en Siria, en Irak…, pero sí sé que los que están a mi alrededor respiran y viven más tranquilos y pacificados.

Amigas y amigos de todo corazón os deseo: ¡Vivamos la Paz!

Nacho González

Un comentario en “La paz, ¿se construye o se vive?

  1. ¿Vivamos la paz! Con este grito terminas tu mensaje. Gracias Nacho por lanzarlo tan fuertemente.

    Y es que podemos cansarnos de orar, escribir, hablar, ir a manifestaciones e incluso luchar por la paz sin «convertirnos a ella». Así nada cambiará o lo hará demasiado lentamente.

    Personalmente creo que debo hacer todo lo mencionado pero lo importante, para mí, no es hacer sino desde dónde hago. Y para ser consciente de ese » desde dónde» como tú bien dices, tengo que caminar hacia mi yo profundo algo que a veces me resulta un poco difícil de lograr por la facilidad que tengo, de engañarme a mí misma.

    Buscar la armonía, sobre todo la interior, que es tal vez la única que puedo controlar, conocerme cada vez mejor, aceptarme como soy y como estoy creo que, como se refleja en tu escrito, es un buen camino para «estar» en paz, «vivir» la paz e «irradiar» paz.

    Lo intentaré. Loli

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