¡Vale la pena!

No hace mucho  asistí a una cena benéfica, organizada por una pequeña ONG, en la que colaboro,  a beneficio de la fundación Amaranta,  de la orden  religiosa  de  las  Adoratrices,  que trabaja en favor de las mujeres  víctimas de trata y explotación sexual.

En la cena se creó buen  ambiente, saludé  a mucha gente que conocía  y  me senté a cenar;   entonces me fije en  algo  que  llamó poderosamente  la atención:  la presencia, en el otro extremo de  mi mesa, del  Imán de una mezquita, su mujer y su hija, compartiendo mesa y solidaridad al lado de un sacerdote y mucha gente más, todos  unidos en defensa de los derechos de las mujeres.  Llegué  a la conclusión que cuando hay sentido  humanizante de la vida las creencias no son obstáculo para situarnos juntos del lado de la justicia y la libertad.  Entiendo  que  experiencias como  ésta,  son signos vivos reales  de  ese mundo mejor y más humano que todos anhelamos.

Yo invito a que abramos mucho los ojos para descubrir que a nuestro alrededor se dan  experiencias  parecidas  a  ésta, solo es cuestión  querer mirar con otros ojos la realidad que  nos rodea. ¡Vale la pena!

Maria José

2 comentarios en “¡Vale la pena!

  1. Gracias, M.José.
    Hermosa reflexión, que me ayuda a evocar situaciones que vivo.
    –La importancia de estar abierta a la diversidad de personas, sintiendo que esa diversidad es una gran riqueza.
    –Recordar la experiencia vivida y el gran regalo que es para mi, los años compartidos con las Adoratrices. Cuando me llamaron para trabajar con las mujeres acogidas en su centro de Málaga, sentí duda de aceptar este trabajo, no tenia experiencia como psicólga. Bendita la hora que dije que si.
    He recibido, compartido y sigo cerca de las Adoratrices que tantos horizontes me han abiertos.
    Seguimos compartiendo, agradezcamos al 2017 que marcha y esperemos con ilusión el 2018 que está llamando a nuestra puerta.
    Muchos abrazos.
    Ana

  2. Está bien considerar como signos vivos y reales hechos como el que se cuenta hoy.- Sin embargo, no deberíamos ser tan pobres de cabeza y de corazón, para entender que la exigencia principal del hombre o mujer de buena voluntad, es ser humanos, es ser solidarios, es saber compartir la vida con los demás por encima de ideas y condicionamientos trasnochados y fuera de lugar.- Así lo dice el decálogo «y al prójimo como a ti mismo».- Para María José, y para todos en general, felices fiestas de Navidad, que Jesús aparezca de verdad en nuestras vidas.-

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