DESAFÍO DE HUMANIZACIÓN, EN LA PANDEMIA

Propuesta  de reflexión-intercambio-oración on-line para esta semana santa

En estos tiempos en los que el viajar ha estado tan de moda, el ilustre coronavirus parece empeñado en arrastrarnos hacia un cambio de paradigma. Toca quedarse en casa, por lo menos una buena temporada y sin otra alternativa. Vivimos momentos históricos que están transformando el mundo y sus equilibrios. La pandemia no solo nos aísla en nuestras casas sino que nos descoloca sin darnos la oportunidad de asumir todo lo que estamos viviendo.

En estas circunstancias, en primer lugar queremos tener presente y solidarizarnos con tantas personas que sufren al caer bajo las garras invisibles del huésped que no espera la acogida, sino que invade toda la persona, que hace que nos alejemos unas personas de otras, a sus familiares que no pueden acompañarles y ni tan siquiera despedirse de ellos. Solidarizarnos también por las personas mayores que viven solas, por los que no tienen donde cobijarse y tantas y tantas que se sienten indefensas ante esta guerra invisible.

Pero somos también muchas las personas que irremediablemente nos sentimos enclaustradas, sin poder hacer nada por los demás, solamente podemos salir para lo necesario e imprescindible, sin acompañamiento. ¿Qué hacer, se preguntan algunas personas? ¿Por qué no probar un cambio de rumbo?

Con ocasión de la semana santa les proponemos la aventura de intentar viajar al interior de uno mismo y esto está al alcance de todos. ¿Será cierto que solemos tener miedo de nosotros mismos? Pues sería una pena. Intentar huir de nuestro YO más profundo, podría suponer la pérdida de lo más valioso el SER-PERSONA. Tal vez ese viaje nos ayude también a comprender mejor a las otras personas, empezando por la que tenemos más cerca.

Entendemos que viajar solos no es muy apetecible, por eso invitamos a hacerlo con otras personas. Las nuevas tecnologías nos permiten hacer este viaje en el que se concilie lo personal y lo social, lo singular y lo diverso, lo cercano y lo lejano, lo humano y lo divino.

Creemos y queremos que nada de lo humano nos sea ajeno, por eso en esta situación jamás vivida por los que habitamos el planeta tierra, puede ser una ocasión para viajar desde lo más profundo de nosotros e intercambiar con otras personas, en pequeños grupos, el DESAFÍO HUMANO que es la situación que vivimos.

ITINERARIO

  • Primer paso: La experiencia de una vida enclaustrada
  • El segundo paso – La Palabra que abre posibilidades.
  • Tercer paso –   Volver sobre la experiencia para discernir los signos…
  • Cuarto paso – Abriendo nuevos horizontes

INFORMACIÓN

La propuesta se desarrollará a partir del próximo día 7 martes y terminará el día 11 sábado, con la Vigilia Pascual.

Pretendemos afrontar la provocación tan dramática que estamos viviendo, que, sin duda, afecta en profundidad a nuestra condición humana y que pone a prueba el sentido de la vida, de nuestras relaciones, de nuestro estilo de vida…

Las personas para quienes Jesucristo es una fuente de humanización, encontramos que en nuestra situación actual, nuestro camino, se cruza con el suyo en la etapa final de su vida, donde nos muestra su divinidad en la calidad humana con que la vivió.

Aspiramos a unir un proceso de reflexión-intercambio-oración y, en la medida de lo posible celebración, que nos ayude a asumir y afrontar con esperanza lo que estamos viviendo como personas, como familias, como comunidad, sociedad…

Para inscribirse:

  • Entrar en: porunmundomejor.com/ejercitaciones
  • Pulsar en el  Itinerario “Desafío en la pandemia”
  • “Solicitar inscripción”
  • (se os enviará por email el  usuario y  la contraseña para“entrar” )

Las inscripciones se realizarán del 4 al 6 de abril

Para cualquier consulta o clarificación: equipo@porunmundomejor.com

NOTA: La propuesta se ofrece online de forma gratuita

2 comentarios en “DESAFÍO DE HUMANIZACIÓN, EN LA PANDEMIA

  1. Este tiempo tan extraño nos invita a interiorizar en nuestra conciencia para darnos cuenta de que estando solos con Dios, podemos hablarle desde lo más hondo y sentirnos acompañados.
    He sido de niña muy temerosa, y a veces me siento sorprendida de que siempre o casi siempre me siento, repito, realmente acompañada. No me cuesta mucho estar sola, ni siquiera no salir, siendo que he tenido una actividad tremenda a diario.
    Sería conveniente hacer esto al menos una vez al año para centrarnos en nuestro mundo interior y reflexionar sobre lo más trascendental de nuestra existencia. Masticar el silencio, e inundarnos de serenidad y paz, porque ahí, en el centro de este mundo de quietud nos habla Dios y nos conmina a dirigirnos con los criterios más dignos y humanos para, una vez,salgamos al mundo de la vorágine, tengamos los principios y objetivos claros para caminar a la luz del sol y de la luz que nos proyecta.
    Por supuesto que prescindir de la sociabilidad no es en sí nada bueno. Las relaciones sociales nos conforman como seres humanos y aunque el teléfono y los medios tecnológicos, en parte, suplen algo esta necesidad, echamos en falta los afectos y círculos de amistad.
    Me cuesta pensar que la Semana Santa no va a ser presencial en nuestra iglesia, es la primera vez que la celebraremos desde casa, con nosotros mismos. También puede ser la forma de celebrarla más internamente y llenarnos de los mensajes y detalles que Dios ha infundido en las escrituras, salmos y lecturas…
    Es una ocasión «diferente», pero no por ello peor, para dar sentido a nuestro caminar, a la Semana Santa «de toda la vida» y a encarrilar nuestra ruta con nuevos odres, plenos propósitos y vacíos de lo superficial y etéreo.

  2. Al leer esta propuesta, me ha parecido muy interesante, profunda, a la vez que sencilla y que da respuesta al momento actual y a la situación que cada uno de nosotros está viviendo, todo ello por muchas razones:

    – Ahora tenemos tiempo, el coronavirus nos está forzando a dejar actividades.
    – Hemos de estar encerrados y podemos comunicarnos vía telemática.
    – Estamos en un tiempo litúrgico en el que todos queremos de alguna forma participar y compartir nuestra espiritualidad.
    – Es pues un momento muy oportuno para vivir una experiencia de este tipo.

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