La trampa en que estamos instalados

Estoy viviendo una experiencia pastoral que me está despertando muchos interrogantes e inquietudes. Resulta que el joven sacerdote, párroco de la parroquia de mi pueblo y de otros dos pueblos, ha sufrido una seria cirugía y cuya recuperación se prevé que será larga. No voy a adentrarme en lo que está suponiendo para este sacerdote, los interrogantes, sufrimientos, cómo lo está afrontado, sus sueños y esperanzas, simplemente por respeto y cercanía.

Lo que sí quiero compartir es como me ha afectado a mí esta situación pastoral. Desde hace unos cinco años había optado establecer mi residencia en casa de mis padres, que comparto con mi hermana, que ha quedado viuda. Yo había sido enviado en misión, por el obispo, al Servicio de Animación por un Mundo mejor, cosa que continuo haciendo, pero la situación actual de pandemia, y la edad, ha ido reducido mis salidas. Ante esta situación parroquial yo he ofrecido mi colaboración a los responsables diocesanos. La actividad se centra esencialmente en celebraciones, las misas, entierros, bautizos, aniversarios…, pero se me implica a colaborar  en las otras dos parroquias, estoy experimentando, como tantos curas hoy, no tengo tiempo para relacionarme con las personas. Me sorprende, en esta situación de emergencia pastoral, la postura de los responsables diocesanos están más preocupados por los servicios religiosos, que por la atención a las personas y su situación. Y me pregunto, dónde queda aquello que dice el papa Francisco: la parroquia “es la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos e hijas”. Hoy, por hoy, la pastoral parroquial sigue centrada en el templo y para el templo-culto, no para la vida, no al servicio de las personas sufrientes.

Veo muy difícil salir de esta “trampa” en que está metida la pastoral actual centrada en el culto y para el culto, en su atención, preparación y realización… Digo trampa porque la dinámica es ésta: por una parte el clero disminuye, pero las parroquias siguen siendo las mismas de siempre, un poco más viejas.

Para salir de esa trampa, la experiencia me dice lo difícil que es, empezando por el clero que no estamos preparados para hacer el giro pastoral del culto a la vida. Creo que hay que hacer una clara opción en la dirección que nos invita el papa Francisco cuando afirma este criterio: “El tiempo es superior al espacio”.

El tiempo dice relación a una fuente infinita, mientras que el espacio está ligado al límite. Dios se manifiesta en el tiempo, se encarna, se revela en la historia. Pero si bien es verdad que también Dios se ha revelado en lugares determinados, la misma dinámica de la revelación empuja a todos los lugares, superando la lógica de la singularidad del espacio, a alcanzar a todos los pueblos hasta los confines de la tierra (cf. Mt 28, 19).

Abraham, Moisés, los discípulos, María… aprendieron el modo de obrar de Dios, que empieza procesos más que atrincherarse en espacios. Este modo de actuar debe ser el paradigma del vivir y obrar cristiano que siempre debe de salir de su tierra hacia las periferias, siempre tiene que dejar la seguridad de los espacios para seguir al Espíritu de Jesús que sigue caminando en el tiempo, también en el nuestro.

Nacho

Un comentario en “La trampa en que estamos instalados

  1. La Iglesia hoy se presenta como más burocrática, en relación a los tiempos pasados.- A este respecto tengo que hablar de sacerdotes que pasaron por mi parroquia: recuerdo a don Alfonso, don Julián, don David, etc. , los dos primeros pasaron a mejor vida, el Señor los tenga en su reino; llegaban a casa sin horario prefijado, cuando les parecía bien; se sentaban a la mesa como uno más a comer con nosotros, había conversación, tiempo de cambiar impresiones, saludos, felicitaciones, relación de intimidad y familiaridad.- El nuestro es un tiempo en el que hay más individualismo, que también a pasado a la Iglesia, queramos o no.- Hoy el sacerdote, no digo que todos, cierra su puerta porque tiene su trabajo y su actividad intra-Iglesia, no quiere que se le moleste.- No le queda tiempo para más.- Hablo por experiencia propia.- No digo que todos obren igual.-
    Aparte de lo que usted menciona con respecto a su trabajo y actividad, hay que reconocer que el pueblo necesita ver y contemplar la figura del sacerdote, fomentar la cercanía entre la Iglesia y el pueblo es de suma importancia.-
    Si hemos de hacer presente a Jesucristo entre los hermanos, necesariamente venimos en la obligación de escuchar la voz que nos invita: «Id y haced discípulos míos de todos los pueblos . . .», la actividad misionera no debe faltar en la Iglesia, imitando así a Jesús, itinerante, andariego y primer apóstol entre los apóstoles.- Ha puntualizado usted un tema muy fuerte y muy serio.-

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