Con los años, es curioso, uno va necesitando menos cosas y voy dando importancia al tiempo, que intuyo su declinar, pero a su vez esta situación me está ayudando a comprender que lo importante no es su duración, sino en qué y cómo gasto y consumo el tiempo de la vida.
Yo, como presbítero y como misionero -este ha sido mi “oficio”- en el Servicio de Animación Espiritual, con la perspectiva de los años, me doy cuenta que he empleado mucho tiempo en leer, estudiar, encontrarme con personas, en viajar (si me pagaran las horas de viaje sería millonario), en la oración, en cursos y sesiones etc.… Y todo eso lo hacía con el deseo de mejorar y ser más creativo en las propuestas, en que el servicio fuera bien acogido. Buscaba en mi “oficio” ser competente, desempeñar mi servicio de la mejor manera, no soy de los que se resignan y entran fácilmente en la rutina. Podía decir que quería tener sal y tener luz, pero me olvidaba de la invitación del evangelio: “Vosotros sois sal y sois luz” (Mt 5, 13-16), es decir, lo importante es saborear la vida y contagiar de luz con los que vivo y me encuentro, con una estilo de vida cercano y solidario.
Hay un “Oficio” -en mayúscula- que es irrenunciable para todos los humanos que queremos tener una existencia plena. La podemos llamar el “Oficio de ser humano”, es el primero, pero el menos transitado. Yo reconozco desde hace unos años, que el oficio de ser humano lo daba por supuesto, no era suficientemente consciente de ello. Ahora me doy cuenta que es una especialidad que se adquiere con la experiencia de la vida y que nos compete a todos hombres y mujeres, jóvenes y mayores. El oficio de ser humano es un oficio que es compatible con todos los demás oficios y profesiones, es más, los orienta y les da un sentido más profundo.
El “Oficio de ser humano” es el que escucha el corazón y actúa desde dentro; asume la vida y no la deja en manos de otros; decide en función de valores intrínsecos. Sabe leer e interpretar a las personas con las que comparte la vida al nivel que sea: familia, amigos, compañeros; es el que está más pendiente del otro que de sí mismo; es el que sabe ayudar de mil maneras, hablando, callando o sirviendo; es el que sabe estar con jóvenes y con mayores y tener una palabra para cada uno; es el que sabe hacer que el otro se sienta único e importante; el que saca lo mejor del otro…
Este Oficio sólo se alcanza con mucha atención, contemplación y con entrenamiento; no hay libros. Para mí, como para muchas otras personas, tengo como referente en este “Oficio” a Jesús de Nazaret, un experto en humanidad, sin títulos universitarios, pero con una sabiduría profunda que traspasaba la cotidianidad de la vida en sus múltiples relaciones… Por eso me dispongo a ejercitarme -en el camino hacia la Pascua- en avivar la relación conmigo mismo, que me dispone a unas relaciones más fraternas y solidarias siguiendo el Espíritu de Jesús de Nazaret.
Nacho
Ante la Cuaresma
Pronto nos pondremos en camino.
Preparemos mochila y botas.
Recuperemos brújula y mapa.
Midamos fuerzas.
Soñemos horizontes.
Repasemos rutas.
Procuremos ir ligeros.
Dejemos en casa lo innecesario.
Y elijamos un camino,
Su camino.
Se acerca la Cuaresma.
Es tiempo de caminar.
Óscar Cala, sj
Quiero agradecer esta reflexión del “ Oficio de ser humano “
Estoy viviendo una enfermedad de mi madre y aprendiendo a vivir la mía desde ese lenguaje de humanidad con conciencia de que todo lo humano viviéndolo desde la Fe , me humaniza y me interioriza al lenguaje del corazón que ama , acepta , comprende , acompaña y siempre sonríe….porque HACER DE ESTE OFICIO UN ARTE ES DON
Vivir desde ese DON que sea testimonio para transmitir esperanza y paz porque el dolor y el sufrimiento no nos paralice
Nuestro vivir cotidiano deja detrás de nosotros un rastro o estela que, si es positiva, puede alumbrar el camino de otras personas.- Dicen que el ejemplo arrastra.- Cuando pienso en mi modo de vida, y me fijo en la gente que se mueve a mi alrededor, entiendo que todo viene por contagio, -por lo que se puede observar- , la enseñanza hoy no hace mella en nadie.-
La gente se fija como actúas, hasta puede surgir el comentario al respecto.- Lo que se les pega a los demás se ignora; aquí precisamente entra la llamada interior que obra como gracia infusa en el sujeto.-
Mi vida, la de todos, tiene la función del sembrador, tirar el grano y esperar los frutos.- El bien que se puede hacer es inmenso, no hay modo de calcularlo ya que depende siempre de la acción del Espíritu Santo.- Trabajar es lo nuestro, trabajar con la mirada puesta en Jesús, nuestro Maestro.-
Un oficio que aprender y un oficio que contagiar.
Leía el texto, mientras a mi lado tengo dormida a mi nieta de un año., y venia a mi mente el trabajo que hacemos como padres, abuelos, educadores… de contagiar, que no de enseñar.
Lo primero que viene a la mente es como enseñamos, y de inmediato he cambiado de registro. La experiencia pone en evidencia que cuando enseñamos nos quedamos en las teorías que difícilmente tienen seguimiento, sin embargo cuando contagiamos, transmitimos eso que no se ve, pero que está presente; estamos introduciendo en los otros un «virus» que es asimilado y nos hace más fuertes.
Un oficio, «ser humano», que no se enseña, se contagia con la vida, con nuestra vida y está en nuestras manos.
Nuestros hijos, nuestros nietos, quienes viven a nuestro lado, no necesitan tanto que les enseñemos, sino que les contagiemos las ganas de vivir, intentando vivir en plenitud, a tope, y en nuestro estilo, al estilo de Jesús.
Es un camino en el que no podemos dejar de dar pasos.