¿Nuestros vínculos son hoy más frágiles?

¿Qué es lo que nos puede vincular entre las personas? Puede ser un proyecto, unas creencias, el amor, una misión…, sin duda son dimensiones importantes de la vida de las personas.

Creo que hay dos factores que hay que tener en cuenta para poder, actualmente, apreciar con equidad los vínculos. El primero a tener presente es el contexto socio-cultural. Las sociedades tradicionales se caracterizaban por cambios lentos. Actualmente vivimos en una sociedad caracterizada por el cambio permanente y, de una generación a otra, los cambios en la vida cotidiana y en los valores, son rápidos. La hegemonía capitalista, la globalización económica y cultural, el pluralismo religioso, las nuevas tecnologías… condicionan las vidas de las personas y sus vínculos.

El otro factor a tener en cuenta son los dos valores imprescindibles que en todo vínculo entran en juego como son la libertad y la seguridad. La seguridad sin libertad es esclavitud, pero la libertad sin seguridad es un caos total. Todos  necesitamos de ambas dimensiones para encontrar el equilibrio en nuestras relaciones. El desafío es armonizarlas oportunamente.

Teniendo en cuenta estos dos factores comparto mi experiencia del vínculo (y desearía que algunas personas se animaran a narrar la suya) que ha dado sentido a mi vida. Les adelanto mi conclusión, creo que los vínculos no son más o menos duraderos, sino que hay que estar atentos pues la forma de vincularnos los humanos cambia según los tiempos y la singularidad de las personas.

El vínculo que ha configurado mi vida ha sido la misión, mi vocación de presbítero. Mi orientación se inicia a temprana edad. Entonces no era consciente que el contexto social predominaba sobre mi opción personal, hoy podría decir que mi vocación era un compromiso social vivido responsablemente. Sin entrar en detalles puedo afirmar que fueron diferentes acontecimientos los que fueron despertando mi libertad, porque fueron momentos en los que entraba en juego mi vida personal.

Para comenzar relato un evento significativo. Cuando terminé mi estancia en el seminario me encontré ante la determinación del rector que tenía que quedarme como formador, me sentí muy limitado en poder liberarme de lo que sentía una imposición y que iba contra lo que yo deseaba, la pastoral parroquial. Al final fue un decreto emanado de la incipiente conferencia episcopal española el que me liberó, pues establecía que había que tener unos años de experiencia pastoral para poder ejercer de formador en el seminario. Me sentí liberado, pero no lo viví como un ejercicio de mi libertad.

A los cuatro años de ejercer el ministerio presbiteral en una parroquia, otro suceso vino a alterar mi vida, me llegó la invitación para incorporarme al Servicio por un Mundo Mejor. Yo no lo busqué, ni tampoco me buscaban a mí, fue la persona invitada a incorporarse al Servicio MMM la que desvió la atención hacia mi persona. Esta invitación me provocó una crisis seria, pues yo estaba encantado con otro presbítero gozando de una intensa y fructífera acción pastoral. La propuesta de incorporarme al Servicio del MMM suponía un giro total a nivel personal, era alejarse de la familia, de la diócesis, incorporarme a una misión totalmente nueva. De nuevo me vi envuelto en un combate, después de un periodo de reflexión, de información y de visitar el Centro Pío XII de la Granja de Segovia, punto de referencia del Servicio MMM y, con no pocas dudas, tomé la decisión. De nuevo me encontré con  que el obispo terminaba de hacer público mi nombramiento como Director del Centro de orientación vocacional, por supuesto sin consultarme nada. Fue un verdadero combate dialéctico y, al final me salvó el compromiso que el mismo obispo había prometido al Servicio MMM. Esta fue una experiencia de sentirme liberado “de”, pero sin ser consciente para qué, es decir, sin una toma de decisión de mi parte. Aunque ahora, con el paso del tiempo, doy gracias a Dios por medio del Servicio MMM, pues en la década de los 70 del siglo pasado, fue una época muy crítica, hubo muchas desvinculaciones de la misión, no era suficiente el compromiso social, el contexto socio-cultural comenzaba a demandar unos vínculos más libres y personales.

Sin buscarlo y sin esperarlo el Servicio de Animación MMM me ofreció unas condiciones que me facilitaron afrontar mejor la evolución social y eclesial después del Vaticano II. Un grupo de personas de diferentes vocaciones, sacerdotes, religiosos, religiosas, seglares, matrimonios… Cada dos meses teníamos una semana de convivencia del grupo de reflexión para preparar nuevas respuestas a los signos de los tiempos, compartir experiencias, experimentar formas de diálogo y oración y un largo etcétera.

Finalmente, un hecho muy revelador para mí ha sido el poder formar parte de la comisión encargada de dar los primeros pasos en la actualización de las Ejercitaciones del P. Lombardi. Fue una propuesta del Director general y una aceptación personal y plenamente libre por mi parte. Ha sido un largo proceso que nos ha llevado visitar los orígenes de nuestro Servicio y, como no podía ser de otra manera, los ejercicios de san Ignacio de donde nace nuestro Servicio. Ha sido una ejercicio de búsqueda, libre y comprometida. Actualizar las Ejercitaciones no quiere decir actualizar las respuestas que se daban en otro tiempo. Lo primero que hicimos en la comisión fue actualizar las “preguntas de hoy”, para después hacer una “traslación” del espíritu de las respuestas que se dieron en tiempos del P. Lombardi.

Concluyo. Todo lo dicho y, mucho más, me ha llevado a ser consciente que mi vínculo con mi misión, con mi vocación presbiteral brota desde dentro a fuera, me siento más libre y más seguro, pues la confianza brota en mí y desde mí donde habita el Espíritu de Jesús. Tengo momentos de desilusión, desencanto, de desánimo; tengo problemas, retos pero, desde la paz y la armonía de vida, veo que son oportunidades y, sobre todo, que camino en un grupo de personas en búsqueda y abierto a favorecer dinamismos de respuestas, en la libertad y confianza que habita en todas las personas, a las oportunidades que nos ofrece el mundo actual y la Iglesia sinodal y en salida a la que nos invita el papa Francisco.

Nacho

2 comentarios en “¿Nuestros vínculos son hoy más frágiles?

  1. Vinculo con los abuelos.
    Con los Hermanos y Padres.
    Vinculo con los amigos.

    Vinculo con los compañeros de salón, desde el kynder, hasta la universidad y ahora.

    1.-Cuando la abuela cuida de su Hijo, nieto. Cuando el abuelo adopta a sus nietos y vive feliz con ellos.

    2.- Con los hermanos y primos, porque son los primeros con los que juegas. Yo jugué a las luchas con mis primos……………. Tenía mi propia capa y mi propia mascara. Y unos tíos demasiado consecuentes.

    Mis hermanos y yo con los otros primos.

    Lastima que el tiempo corrió tan rapido.

    3.- Desde el primer momento que se comienza la socializacion. Surge personas espontaneas, incluso desde el kynder, que se caen bien, que se agradan,…. y que se vuelven amigas y amigos de toda la vida. Importantes, quien sabe porque, pero ahi están. Es imposible no tener su numero de telefono celular y estar siempre en completa y perfecta comunicación.

    Son los complices de la vida.

    4.– Aparte son los compañeros de clase…. Que en mi caso, se han convertido en hermanos adoptivos… Pero que son felices de encontrarse contigo en las mil reuniones que pueden tenerse en la vida.

    Hay otros compañeros de trabajo y profesión, que no. No funciona. Simplemente trabajamos en lo mismo, podemos ser incluso limitrofes, pero cada uno defiende su espacio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.