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El olvido de lo esencial

La tragedia que nos llena de miedo y nos obliga a ponernos ante un espejo donde se muestra escandalosamente nuestra vulnerabilidad nos lleva a preguntarnos muchas cosas. Una de ellas y que representa las raíces de nuestras incertidumbres es: ¿Hay algo que pueda permanecer cuando la vida nuestra puede desaparecer rápidamente? ¿Qué es lo esencial ante la vida que experimentamos que pudiera sobrevivir ante un trastorno mundial? Ya San Agustín decía que “lo esencial de la vida es aquello, que pase lo que pase, no desaparece”. Proponemos el texto de Marcos 10,17-22 donde hay una pregunta que le hacen a Jesús, que pudiera traer algunas luces a lo que estamos viviendo como humanidad.

<Y al salir Jesús al camino, uno, corriendo y arrodillándose, ante él, le preguntaba:

-Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

Y Jesús le dijo:

-¿Por qué me llamas bueno?

Nadie es bueno, sino uno solo: Dios.

Sabes los mandatos:

No mates, no cometas adulterio,

no robes, no testifiques falsamente,

no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.

Y él le dijo:

-Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.

Y Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo:

-Una cosa te falta: vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres,

y tendrás un tesoro en el cielo,

y ven, sígueme.

Pero él, descorazonado por estas palabras, se marcho entristecido, pues tenía muchas posesiones>.

El espejo habla de nosotros. Describe lo que somos y lo que es nuestra persona, pero también el espejo delata. Dice lo que no nos gustaría ver. Lo que es incómodo y poco aceptable. Lo que sospechamos y no tenemos el valor para mirarlo y asumirlo. Pero el espejo también le pone luz a nuestras necesidades y anhelos más profundos. El texto de Marcos en donde se escenifica a un hombre rico es, un desenmascaramiento de los ricos, como lo muestra la continuación en 10, 23-27. Lejos de ser una agresión a los ricos o una palabra llena de ideología, la precisión de los verbos: mirándolo, lo amó y le dijo, (v 21) refleja un profundo amor por el hombre lleno de sí mismo, satisfecho por sus logros religiosos y su empoderamiento. La palabra de Jesús quiere facilitarle al hombre ir a las consecuencias de la Alianza. Alianza que tiene toda esa carga de enamoramiento, encuentro de un amor incondicional y de compromiso permanente. Una cosa te falta, Jesús sugiere entrar plenamente a la alianza de Dios. Es como si Jesús le dijera al hombre rico: Hay algo en ti que no has visto y yo quiero que veas, que te veas cómo te veo yo, te ames cómo te amo yo, te hables como te hablo yo. Y esta conciencia colocada de cara a los pobres, a los otros, que como el hombre frente a Jesús, también son vulnerables. Se trata de entrara a una situación nueva y abierta por el Reino como acontecimiento fundamental de la fe en Jesús y su seguimiento. Ciertamente no se trata en este texto, de un comportamiento especial para los “profesionales” y seguidores itinerantes. El seguimiento del que se habla no es específico para los colaboradores de Jesús en su misión, sino uno de tipo general. No son las exigencias para un grupo de perfectos, sino del comportamiento natural ante lo esencial en Jesús como es su reino. Resuena en nuestra mente aquello de “Busquen primero el reino… y todo lo demás se les dará por añadidura” En Jesús el reino es lo esencial, lo decisivo, lo único importante. Se trata de un comportamiento, que el acontecimiento del reino de Dios, exige a todos.

Nuestra experiencia en este 2020 que nos llena de incertidumbre, es no olvidar lo esencial cristiano en el seguimiento de la Persona de Jesús: el reino de Dios y su justicia.

El Señor nos guarda.