Espiritualidad del Reino y equipo que la anima

Por qué decimos “espiritualidad” del Reino

El dato histórico mejor asegurado de la vida de Jesús es que su predicación giró en torno al “Reino”, podemos decir que la causa a la que Jesús dedica su tiempo, sus fuerzas y su vida entera es lo que él llama el «Reino».

Es, sin duda, el núcleo central de su predicación, su convicción más profunda, la pasión que anima toda su actividad. Todo lo que dice y hace está al servicio del “Reino”, eso es la espiritualidad. Todo adquiere su unidad, su verdadero significado y su fuerza apasionante desde esa realidad. El Reino es la clave para captar el sentido que Jesús da a su vida y para entender el proyecto que quiere ver realizado en Galilea, en el pueblo de Israel y, en definitiva, en todos los pueblos.

Lo dicen todas las fuentes. Jesús no enseña en Galilea una doctrina religiosa para que sus oyentes la aprendan bien. Anuncia un acontecimiento para que aquellas gentes lo acojan con gozo y con fe. Nadie ve en él a un maestro dedicado a explicar las tradiciones religiosas de Israel. Se encuentran con un profeta apasionado por una vida más digna para todos, que busca con todas sus fuerzas que Dios sea acogido y que su reinado de justicia y misericordia se vaya extendiendo con alegría. Su objetivo no es perfeccionar la religión judía, sino contribuir a que se implante cuanto antes el tan añorado reino de Dios y, con él, la vida, la justicia y la paz.

Jesús no se dedica tampoco a exponer a aquellos campesinos nuevas normas y leyes morales. Les anuncia una noticia: «Dios ya está aquí buscando una vida más dichosa para todos. Hemos de cambiar nuestra mirada y nuestro corazón.

Jesús nunca lo explica sistemáticamente. Entre otras cosas porque no es un concepto que él haya creado, sino que estaba en el ambiente, proveniente de los profetas. Todos sus contemporáneos sabían qué era el Reino. Lo que Jesús hace es matizarlo, desmarcarse de la comprensión que del Reino tenían los fariseos, los celotes, los esenios…

Jesús comenzó escuchando y empalmando con las grandes esperanzas del pueblo. «El pueblo estaba en una gran expectación» (Lc 3,15). Se esperaba la llegada de una intervención de Dios que transformaría la realidad. El Reino sería una transfiguración y transformación radical de la realidad, de esta realidad, que sería introducida finalmente en el orden de la voluntad de Dios. El Reino no sería «otro mundo, sino éste mismo, pero totalmente otro», totalmente renovado, sometido finalmente al designio de Dios y por ello sanado, purificado y enteramente transformado. El Reino no se reduce a un aspecto concreto: es la totalidad de este mundo la que es afectada y transformada.

Lo que Jesús pretendió y logró desencadenar fue un movimiento alentado por un mensaje vital, por una esperanza cifrada en el Reino, como utopía que pone en marcha mecanismos para ser acogida, preparada, construida. Una pasión pues, una esperanza, un sentido para la vida, una convocación a la vida y para la vida. ¿Una religión? Pues… sí, y no. Sí, sin duda, como una «religión profunda», en cuanto que se trata de un sentido último para la vida humana que lo pone en relación con ese fundamento absoluto del ser que llamamos Dios. Y no, no una «religión sociológica» al menos, no una Iglesia establecida concreta, diseñada hasta en sus últimos detalles rituales y jurídicos, concebida como la figura concreta institucional única en la que la «religión profunda» pudiera tomar cuerpo.

Manifestaciones de la espiritualidad del Reino

­La espiritualidad del Reino manifestada en Jesús de Nazaret, como estilo de vida, abarca todas las dimensiones de la vida humana desde la persona como realidad autónoma y limitada, hasta su dimensión social, cultural, religiosa. Vivir la espiritualidad del Reino no es una tarea simple y unilateral. Según las fuentes bíblicas y la tradición, la espiritualidad del Reino se manifiesta, al mismo tiempo, en estas cuatro dimensiones, relacionadas entre sí, complementarias e inseparables:

El Reino está dentro de nosotros: El crecimiento de los valores del Reino en el interior de cada ser humano es dimensión esencial del Reino. La persona tiene que ser una “apasionada”, tiene que cambiar su vida y su corazón, convertirse y creer en la Buena Nueva del Reino (Mc 1,14). El Reino produce una renovación radical de las personas, más allá de un mero comportamiento ético.

El Reinó que irrumpe en la sociedad y está latente en las culturas: La finalidad del Reino es «hacer nuevas todas las cosas» y «nos hace esperar, confiados en la promesa del Señor, en un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva, en que habite la justicia» (2 Pe 3,13).

El Reino que está también en la Iglesia: La relación Iglesia y Reino la expresamos en una serie de proposiciones tomadas del Vaticano II, que expresan la actual conciencia eclesial al respecto:

  • El Reino es el fin, la meta última a la que tiende la Iglesia y da sentido a todas sus tareas. La Iglesia no tiene su fin en ella misma sino en el reino ya incoado, que debe ser ulteriormente dilatado hasta ser llevado por Dios a plenitud (LG 9).
  • La Iglesia espera, pues, el Reino y lo espera no como algo que está siendo creado por Dios en nuestro mundo a través de la humanidad nueva, pero que solo él puede llevar a plenitud.
  • La Iglesia es testigo y portavoz del Reino, la causa de iglesia es la causa de Jesús, el Reino de Dios. Este anuncio es a la vez buena noticia y juicio para el mundo, pero es también juicio para la Iglesia, pues ella es sólo Iglesia de Jesucristo en la medida en que se convierte constantemente al Reino.
  • La Iglesia trabaja por el Reino. Es el Espíritu de Cristo quien la impulsa a cooperar para que se lleve a cabo el propósito de Dios que ha constituido a Cristo principio de salvación (LG 17)

El Reino es la Plenitud Futura: La cuarta manifestación de la Espiritualidad del Reino es de un género diverso de las anteriores. La Iglesia, la conversión y la liberación son las expresiones temporales del Reino; son el Reino anticipado en la historia pero limitado y oscurecido por ella. En la plenitud futura se da sin ambigüedades; se realiza más allá del tiempo y de la historia, realizando «la visión del Cielo Nuevo y de la Nueva Tierra, pues el primer cielo y la primera tierra ya pasaron» (Apoc 21,1).


P R O C E S O

I.- BÚSQUEDA Y NECESIDAD DE ESPIRITUALIDAD, HOY 

  1. Qué es la espiritualidad
  2. Una relación con Dios más personal y universal

II.- ESPIRITUALIDAD DEL REINO

  1. La fe cristiana nace en la experiencia del encuentro
  2. La fe cristiana se vive en espíritu de comunión
  3. La fe cristiana se vive en la gratuidad y responsabilidad en la naturaleza
  4. La fe cristiana se universaliza en la solidaridad

III.- PROMOTORES DE LA ESPIRITUALIDAD

  1. El equipo de animación pastoral
  2. La motivación pastoral
  3. Las iniciativas pastorales

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