Caminando hacia un Mundo Mejor

Este Itinerario es la vida misma, es el tiempo en que se concreta lo que hemos descubierto en los anteriores, al hacernos conscientes de la experiencia vivida y de optar por hacernos discípulos de Jesús. Estos itinerarios nos han ayudado a descubrir en nosotros la fuente de humanización, fuente que no viene de fuera, ni de otra realidad, ni por exigencia moral, sino que está en nosotros, los que compartimos y descubrimos el Evangelio como referente.

Ahora, en este Itinerario, se trata de traducir y expresar vivencialmente esa experiencia en un estilo de vida cristiana que haga posible otra humanidad. Poner en práctica la conversión hacia una nueva humanización, un rehacer las relaciones, con nosotros mismos y con los demás. En definitiva manifestar que somos mujeres y hombres que vivimos de una manera nueva: en el pensamiento, en las decisiones, en las dificultades…

En los itinerarios que venimos experimentando, cada persona ha ido creciendo en su singularidad y a la vez ha ido madurando en relación con las otras personas, y se ha ido adentrando en el dinamismo humanizador de que otro mundo es posible y que Jesús llama el Reino. Este dinamismo se caracteriza por un estilo de vida, que surge de la resurrección, y que tiene un estilo misionero, de envío.

El verdadero desafío eclesial, en este momento de la historia, es continuar el testimonio de Jesús que se hizo siervo por amor. De ahí que no estemos llamados a servir de vez en cuando, sino a vivir sirviendo. El servicio es un estilo de vida, más aún, resume en sí todo el estilo de vida cristiana: servir a Dios en la adoración y la oración; estar abiertos y disponibles; amar concretamente al prójimo; trabajar con entusiasmo por el bien común.

En este Itinerario queremos afrontar los desafíos del mundo y de la conversión del mundo actual, en el horizonte de una humanización más plena, teniendo como referente el Reino iniciado por Jesús.

I  T  I  N  E  R  A  R  I  O

PRIMER PASO: Actitud de misericordia.

Necesidad de una nueva humanidad, puesto que hay que reconstruir esa humanidad frente a la violencia, la injusticia. Los principios que dominan la sociedad actual: el tecnológico: “Lo que podemos lo haremos” y el económico: “lo que queremos lo haremos”. … no tienen la última palabra. La misericordia es una potencia crítica, es posiblemente la mejor manera de ser de nuestro tiempo, de ser verdaderos contemporáneos de nuestra época, y de contribuir a su humanización.

SEGUNDO PASO: La “Casa común”.

La especie humana, más allá de organizarse en pueblos, naciones o creencias religiosas, es parte de la comunidad de vida en la Tierra. Estamos genéticamente conectados a toda la comunidad de los seres vivos originados por un mismo impulso originario. Estamos viviendo una sola y compleja crisis socio-ambiental. Ella requiere una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza amenazada por la crisis ecológica generalizada y el calentamiento global.

TERCER PASO: La fraternidad universal.

Nunca como en la época actual se había afirmado con tanta claridad y contundencia la igualdad de la especie humana. Necesitamos conspirar con lo mejor de las tradiciones de la tierra para ir afinando el código ético de la humanidad. Los niveles de acumulación de riqueza material en muy pocas manos pueden dividir a la humanidad en dos partes: los que gozan de todos los beneficios de la tecnociencia y los condenados a la exclusión. Las guerras, el fundamentalismo político y la intolerancia frente a las diferencias culturales y religiosas, pueden llevar a niveles de violencia de alto poder destructivo. Eventualmente pueden degenerar en guerras mortales.

CUARTO PASO: Despertar al Misterio y cultivar la interioridad.

La misión de las iglesias, de las religiones y de los caminos espirituales, consiste por una parte estimular la percepción de esta Presencia-Misterio que se da aquí y ahora y, por otra, alimentar la llama interior de la presencia de lo Sagrado y lo Divino, así como la reconciliación de cada persona consigo misma, como paso fundamental para abrirse y solidarizarse.

CONCLUSIÓN: El buen combate.

La Buena Nueva del Evangelio se opone a la tentación de replegarse, que es el abandono del combate. Para el buen combate tenemos que estar vigilantes contra la indiferencia y la insensibilidad, tener paciencia y constancia en el camino. Es un combate con la fuerza del Amor entregado hasta la cruz, que nos invita a reconocer, acoger y ayudar a superar las cruces existentes en nuestra sociedad, no viene de una ideología, de una moda, ni de un mandato divino.