OFRECEMOS UN ESPACIO

Nuestra vida y nuestra actividad tienen como eje central la espiritualidad del Reino de Dios, es decir, es posible Otro Mundo, un Mundo Mejor.

El grupo de animación POR UN MUNDO MEJOR quiere compartir el camino de hacer realidad que es posible Otro Mundo, que no es propiedad de nadie y es tarea de todas las personas. Queremos favorecer, en nuestros encuentros y en este blog, un espacio de encuentro, de intercambio gratuito desde la experiencia…

Estas son las líneas básicas que nos mueven

Estas son las “categorías” en las que se plasman los núcleos de nuestro escuchar y compartir.

* ESCUCHAR LO COTIDIANO

* COMPARTIR EXPERIENCIAS

* ESCUCHAR A JESÚS

* CON OTRA MIRADA

Puedes participar en este blog, bien presentando tu comunicación (teniendo en cuenta la categoría y que no exceda mucho el tamaño de una pantalla) y enviándola por correo a la dirección que aparece abajo, o haciendo comentarios a lo compartido por otras personas.

1. Punto de partida, el ser humano

 “El camino de la Iglesia es el hombre” (Juan Pablo II). Para vivir la Espiritualidad del Reino de Dios, que Otro Mundo es posible…, la clave es dar al ser humano la palabra e intercambiarla entre nosotros, esto es lo que le humaniza.

En la medida en que nos situamos en la esencia de las preocupaciones del ser humano, se pondrá en evidencia la “deshumanización”, la vida amenazada no solamente en la sociedad occidental sino también en toda la humanidad y las dificultades de las relaciones humanas… Hay que tener presente dos principios, entre otros, que inspiran dicha deshumanización, sobre todo en occidente: El tecnológico: “Todo lo que queremos lo haremos”. El económico: “Todo lo que deseamos lo tendremos”.

Como consecuencia de estos principios se produce un “silencio” sobre las otras dimensiones importantes de una vida digna del ser humano: opiniones, creencias, filosofía, cultura, arte…, que se reducen a la vida privada, por lo que se produce su silencio en la sociedad como tal.

Poner el acento en el ser humano es darle la palabra sobre la vida cotidiana, es ponerle en una dinámica de relación. Pero esto no es sólo una opción, sino que es una urgencia porque la vida humana está en juego. Hay que romper el “círculo cerrado” en sí mismo y del que no se puede salir si no hacemos una opción real y efectiva por lo humano, allá donde la ‘vida está amenazada’. No será por el progreso de la tecnología, ni de la economía… sino que es poniendo en el centro el ser humano, para salir de esta situación deshumanizante, injusta, excluyente…

Cuando decimos que hay que poner el ser humano en el centro no se trata de definir una concepción del ser humano, sino que es la persona que se pregunta: ¿por qué me levanto esta mañana?, ¿quién soy yo para mí?, ¿quién es el otro?, si yo tengo trabajo ¿cuál es su sentido? ¿por qué trabajo yo? ¿por qué ocurre esto y no lo otro?, ¿qué sentido tiene mi vida?… Todas estas cuestiones de la vida cotidiana son básicas en la vida y, en cierta media, preceden al ser creyente o no…
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2. La espiritualidad, un camino de transformación

 Situarnos en donde se juega el ser humano nos ayuda a salir de lo “religioso” -entendido como algo apartado de lo humano-, pues tiene sus normas, su tradición, su vida… que funciona junto a otros apartados de la vida, como la economía, la cultura, la política… con lo que se produce una ruptura en el ser humano. Tenemos que abrirnos a la espiritualidad.

La espiritualidad se da cuando nos adentramos en la profundidad de nosotros mismos y experimentamos la realidad en su totalidad.

La dimensión espiritual que todos tenemos se revela a través de la capacidad de diálogo que cada cual tenga consigo mismo en su corazón, y se traduce en el amor, en la sensibilidad, en la compasión, en la escucha de la otra persona, en la responsabilidad y en la solicitud fundamental. Se trata de alimentar un sentido profundo de unos valores por lo que vale la pena que sacrifiquemos nuestro tiempo, nuestras energías y, en el último término, la propia vida.

Toda persona escucha una voz, un mensaje que viene del universo, de la naturaleza que le rodea, de la vida que lleva junto con otras personas en la familia, en el trabajo… Y muchas veces se formula la pregunta: ¿Qué quiere decirme esa voz de las cosas, de las personas, de los acontecimientos…?

Pero estamos acostumbrados a analizar nuestros problemas desde el punto de vista psicológico, sociológico, jurídico, económico… Pero debemos comprenderlos también desde una perspectiva espiritual. Muchas de nuestras angustias y dolencias son consecuencia de una dimensión espiritual no suficientemente desarrollada.

Si reservamos en nuestra vida un poco de espacio para la espiritualidad, ésta nos irá transformando, pues tal es el poder propio de la espiritualidad: producir una transformación interior. Una transformación que reavivará nuestra llama interior para que dé luz y calor y nos ofrezca mil razones para vivir como humanos. De este modo, caminaremos orientados por este mundo, en compañía de otras personas, en la misma dirección de la Fuente de la abundancia, que es le Reino.

Hoy en día, la singularidad de nuestro tiempo reside en el hecho de que la espiritualidad está siendo descubierta como una dimensión profunda del ser humano, como el momento necesario para la plena realización personal y como espacio de paz en medio de los conflictos y desolaciones sociales y existenciales.
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3. Los evangelios, testimonios de una experiencia significativa y abierta a todas las personas

Los evangelios nos muestran el gran don y la inmensa riqueza que fue Jesús para los primeros cristianos por medio de: narraciones, testimonios de fe, llamamientos a la conversión y a continuar la obra iniciada por Él.

Los evangelios nos remiten a Alguien que Él mismo nos remite a nosotros mismos y al mismo tiempo nos reenvía al Padre y al Reino, que es por lo que vivió, murió Jesús…

Jesús tuvo dos experiencias fundamentales, verdaderos pilares sobre los que hoy se sustenta el cristianismo como camino espiritual y como Iglesia:

– La primera es la experiencia de sentirse Hijo de Dios y se expresa en una relación y en una palabra “Abbá” perteneciente al lenguaje que los niños emplean para dirigirse a sus padres y abuelos, revela confianza, entrega, ternura y absoluta cercanía.

– La segunda experiencia de Jesús se expresa en su predicación. Jesús anunció la inminencia del Reino de Dios, que se encuentra ya en medio de nosotros.

Reino de Dios es presencia activa de Dios dentro del universo: presencia cósmica, comunitaria, social, personal; presencia interna en cada persona donde se encuentra el Reino de Dios, y es a partir del interior de cada ser humano desde donde el mismo Dios produce transformaciones. Esas transformaciones comienzan pero no terminan en el interior de cada ser humano, sino que a partir de ese interior, se desencadena toda una red de transformaciones en la familia, en la comunidad, en la sociedad, en las relaciones con la naturaleza y con el universo entero. Para Jesús, esa transformación debe iniciarse por los últimos de los últimos, que son los pobres y los condenados de la tierra.

Los evangelios son la resonancia de esa ‘voz’ y la caja de resonancia que se dirige a todas las personas. Es la ‘Voz’ por la que yo comprendo que nadie es condenado definitivamente y que no hay ninguna situación que sea cerrada y desesperada.

La novedad de Jesús estuvo, y debe seguir estando, en que el encuentro con lo “divino” se experimenta en el encuentro con “lo humano”, con lo más profundamente humano, con lo más básica y radicalmente humano.
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