ESCUCHAR LO COTIDIANO

Punto de partida

Puede parecer una perogrullada el afirmar que nos interesa lo cotidiano de nuestras vidas, pues esa es la realidad que vivimos todos los mortales. Como prueba del camino que aún nos queda por recorrer, bastaría que respondas a estas preguntas: ¿cuándo estás en familia, entre amigos, en encuentros culturales, religiosos, sociales… se me tiene en cuenta, tengo la oportunidad de manifestar mis deseos, preocupaciones, necesidades? ¿Crees que existe aún en el imaginario colectivo la idea que las cuestiones personales y domésticas son algo privado, que no interesa tanto como lo público, lo político, lo económico, lo religioso? ¿Piensas que podemos seguir viviendo así, con esa ignorancia u olvido de lo cotidiano en la sociedad y en la Iglesia? ¿Puede ser la crisis actual una oportunidad para tomar en serio lo cotidiano de la vida de las personas normales y sencillas?

 

¿Qué queremos decir cuando hablamos de lo cotidiano?

Lo cotidiano es lo que encaramos diariamente y también la manera como lo hacemos. Lo cotidiano tiene que ver con la forma de hablar, las experiencias de clase y de género, el impacto de la pobreza, el trabajo que hacemos y lo que esperamos lograr en nuestras vidas; lo cotidiano se refiere a las relaciones familiares, a las amistades que tenemos y a las relaciones con los vecinos y con la comunidad; se refiere a nuestra experiencia de la autoridad, a nuestras creencias religiosas…

Lo cotidiano es lo que da cabida a lo singular y específico de cada persona y, por tanto, es lo que posibilita la diversidad, las diferencias, e invita a la complementariedad, al diálogo y al encuentro.

Lo cotidiano constituye el horizonte en que las personas nos enfrentamos con la realidad o bien la asumimos, o nos evadimos, o nos excusamos, actitudes que llevan a no pocas personas a vivir “vidas ajenas”.

El papel principal de lo cotidiano tiene que ver con el hecho de que si no lo tomamos en consideración no podemos conocer la realidad y por ello todo cambio o transformación social, económica, cultural, religiosa…, que se quiera promover sin partir de la cotidianidad de la vida, está llamada al fracaso…  No podemos concebir y organizar cambios estructurales que no surjan de la realidad con que la gente de base lidia constantemente

Ocuparnos de lo cotidiano es situarnos en la esencia de las preocupaciones del ser humano. Poner el acento en el ser humano es darle la palabra sobre lo que vive, es ponerlo en una situación que se escuche y escuche a los demás, creemos que ese es un camino para recuperar la condición humana. Esto es una urgencia porque la vida humana está en juego. No será sólo por el progreso de la tecnología, ni de la economía… como saldremos de esta situación deshumanizante, injusta, excluyente…, hay que poner en el centro el ser humano.

 

Proponemos

 

Facilitar, estimular, crear condiciones, desde nuestra experiencia, para que vivamos desde lo cotidiano y, desde ahí, nos abramos a la realidad más amplia y universal.

¿Pero estoy -así, de forma personal-  dispuesto/a a tomar en serio lo cotidiano o me dejo llevar por lo que dicen otros: personas, medios de comunicación, publicidad, políticos, religiones…?

Por eso queremos ofrecerte la posibilidad, en los encuentros que promovemos y en este blog, de hacer el ejercicio de “escucharte y escuchar a otras personas”.

Si quieres, puedes compartir, así nos ayudaremos a recuperar el valor y el potencial de lo cotidiano, como un paso importante que, sin duda, nos abrirá a otros…

Un comentario en “ESCUCHAR LO COTIDIANO

  1. LA POSTVERDAD

    Mi nombre es Joel, soy de Peru, de profesión Educador. La postverdad que se ha puesto tan de moda, es menos nueva de lo que parece, al acabarse la verdad, no hay nada más absoluto que «mi opinión», ni siquiera «mi verdad», esta conducta se ha convertido en una pauta casi universal, por ello ahora viene la física cuántica y nos dice que las cosas dejan de ser lo que son en cuanto las miramos o nos aproximamos a ellas, osea que filosofía, poesía y ciencia se acercan bastante. En nombre de la libertad de expresión te digo, si no me ayudaras de la manera que puedes, no eres cristiano y si por eso tú me llamas maleducado o acudes al juez, pediré a Dios por ti y al juez que anulen tu demanda porque incita al odio. La envidia, la maledicencia, los celos son el pecado más común de nuestras comunidades cristianas, hay que custodiar el Espíritu Santo en nosotros, no secuestrarlo, y que nuestro comportamiento hacia todos, cristianos o no, sea un comportamiento de dulzura y respeto, porque el Espíritu Santo ha hecho esto con nosotros, necesitamos hombres, que no separen su fe de su compromiso social y son los que la iglesia debe proponer como modelos para que puedan ser creíbles en este tiempo especial de deserción que nos rodea. Hay obstáculos muy fuertes aun: hermanos clérigos con poder que no quieren que se les escape nada de las manos, hermanos de cualquier estamento eclesial, que no quieren que se les despierte de la siesta y mueren en esta actual situación que no les trae mayores problemas, disfrutando de sus privilegios; hermanos temerosos con vértigo, que meterían en una jaula al Espíritu para que no les saque de sus esquemas cortos de vuelo. Hay otro obstáculo, en el clericalismo de los propios laicos y en el acostumbrarse a pastar en prados que otros les proporcionan y que a veces no son los de Jesús, el Cristo, pero los peores, los más duros, son los corruptos que están instalados en un poder que se sostiene sobre la actual situación y están apoyados por otros poderes políticos y económicos, no cristianos a los que les viene bien que las cosas sigan como estaban en la Iglesia. Acoger, acompañar, ayudar, sanar, esos deberían ser los verbos con los que la Iglesia afrontase la realidad del necesitado en todos sus modos y formas. ¿Cuántos se alejan de la Iglesia por no sentirse amados en ella?

    La postverdad es el último golpe de gracia dado a nuestra razón occidental, y puede significar la muerte del logos griego con el que el hombre creía acercarse y apresar la realidad, tenemos más acceso al valer de los valores que al ser de las cosas y nuestro mejor acceso a la realidad es más valoral que ontológico. Esa otra forma de acceso a lo real, no es griega sino bíblica, el vocablo griego que traducimos como verdad (alêtheîa) significa etimológicamente desnudamiento, desvelamiento, mientras que la palabra hebrea (emeth) significa veracidad, autenticidad, lealtad, esa diferencia de enfoques tiene mucho que ver con el acceso a lo real: verdad significa propiamente el amor de Dios revelado en Cristo.

    hasta ahora los filósofos han interpretado el mundo; lo que interesa es transformarlo, lo cual, otra vez, necesitará algún matiz pues no se puede transformar sin una mínima interpretación, so pena de que, en vez de transformar, estropeemos más; no habrá un mundo respetuoso con los derechos humanos, mientras no haya una Declaración de los deberes humanos. Podemos titularla mejor: Declaración de los caminos o de los valores humanos. Pero sin ella, los derechos humanos seguirán siendo lo que son casi siempre hoy: un arma para exigir a los demás cómo quiero que me traten, pero no un aviso de cómo debo tratarlos yo, y desaparecerá aquella frase famosa, meollo del espíritu democrático: «aborrezco lo que Ud está diciendo; pero daría mi vida para que pueda seguir diciéndolo».Cada uno está más preocupado con la defensa de los dogmas, que en pensar cómo nuestra forma de interpretar la Biblia, de expresar nuestra fe en Jesucristo, puede contribuir para la transformación efectiva del fortalecimiento de la lucha por la misericordia, justicia y libertad.

    Por eso no estaría mal que, después de tanto criticar una particular «homofobia», comenzáramos a denunciar toda heterofobia. Te ruego que hablemos francamente y si quieres criticarme, ¡adelante!

    Espero tu respuesta y ayuda por favor. Gracias.

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